*Militares Gavilleros
*De Coahuila a Puebla
Por Rafael Loret de Mola
No es mala leche contra la soldadesca sino afán de erigirnos en autodefensas civiles, sin armas salvo la escritura, para así protegernos y, sobre todo, manifestar los abusos cometidos contra la población civil más indefensa a lo largo de tres sexenios de canonjías castrenses; de hecho, desde el periodo de echeverría, el resistente nonagenario, los conatos de rebelión en las filas del ejército, por los precarios ingresos de las bases, determinaron una mayor tolerancia para que los uniformados pudieran negociar, por fuera y con discreción, los acuerdos soterrados con los sicarios sin banderas.
Dos cuestiones NO son abordadas jamás por los voceros de las Fuerzas Armadas –debí contenerme, hace unos días, ante la insolencia de un general que pretendía culpar a los medios de comunicación por la inestabilidad al publicar hechos como los de Ayozinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Nochixtlán y un largo etcétera; por supuesto lo mandé al diablo-, a quienes caracteriza su afán de ocultar las cosas para evitarse escándalos molestos, esto es considerando que en un “estado de guerra” los abusos los cometen sendos bandas en batalla. Pero, sucede, que en muchos casos las víctimas no son narcotraficantes sino civiles, algunos de ellos armados para proteger a sus familias –de allí los autodefensas de Michoacán-, cansados de soportar las humillaciones, vejaciones y robos, tanto de narcos poderosos como de mílites sin conciencia. Dos cuestiones, repito, saltan a la vista:}
1.- Cada que se captura a un grupo de gavilleros, o de secuestradores o de asalta caminos o abigeos, aparece dentro de cada banda uno o más militares “en retiro” o dados de baja por diferentes causas; incluso, en no pocos casos, los criminales son soldados o mandos en actico como se ha podido comprobar, sobre todo, en las entidades del norte de la República en donde suele ocurrir que quienes no son aprehendidos, curiosamente, ostentan algún grado militar y logran zafarse de la justicia; los sardos, es decir los plebeyos de las filas, no pueden salvarse ni en los campos donde guerrean ni en los tribunales.
2.- Los altos jefes no se atreven a hablar, pero no lo desmienten tampoco, acerca de los cientos de marines estadounidenses -acaso miles-, infiltrados, con los salvaconductos presidenciales, entre los miembros de la armada y el ejército. Tales son quienes son destinados a las aprehensiones más sonadas, como las dos de Joaquín “El Chapo” Guzmán cuyo nombre es más conocido, entre los niños mexicanos, que el del titular del Ejecutivo federal, y algunos más, con coberturas paralelas a éste. A la hora de exhibir los camuflajes se pierden en la espesura de las declaraciones oficiales absurdas.
En vez de balandronadas sin sentido, bien harían los generalitos mexicanos, ensoberbecidos porque creen que está próxima su vindicación política porque los gobiernos civiles no han funcionado, en responder estas interrogantes para intentar recuperar su perdida credibilidad. Lo dudamos, naturalmente.
La Anécdota
En materia de autoritarismo van a la par los gobiernos de Coahuila, en el berenjenal electoral firmado por los hermanitos locos, los Moreira, y el de Puebla, por ahora bajo las órdenes del títere Tony Gali, antiguo administrados de los antros cuya sociedad se extendía al ex gobernador Rafael Moreno Valle y sus favoritos. El hoy “presidenciable”, pintado de azul como la muñequita de la canción, se dio el lujo de encarcelar a trescientos sesenta y seis opositores y críticos de su gobierno mientras paseaba, en helicóptero, por encima de los penales. Todo un récord.
Y en Coahuila el encono es tal que hasta uno de los Moreira –nada más uno- puede terminar en la prisión según señale el árbitro de la contienda, la madre de ambos, Evangelina Valdés, responsable del nepotismo más agudo de los tiempos actuales y mismo que dio el banderazo para el auge de los juniors y hermanitos contentos.
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